Almudena Huerta y Alfonso Carrera, titulares de la Farmacia Carrera Huerta CB, llevan dos décadas compartiendo vida y proyecto profesional. Desde su primera farmacia en un pequeño pueblo de Palencia hasta su actual establecimiento en Valladolid, su historia combina vocación, cercanía y una apuesta constante por evolucionar con el sector.

¿Cómo nació vuestro proyecto con la Farmacia Carrera Huerta CB y qué os motivó a emprender juntos esta aventura?
Nuestro proyecto comenzó en 2004. En aquel momento los dos éramos adjuntos: Almudena trabajaba en Madrid y yo, en Valladolid. Nos conocíamos de la Facultad de Farmacia de Salamanca y, después de unos años juntos, decidimos dar el paso y abrir nuestra propia farmacia. Comenzamos en un pequeño pueblo de unos 400 habitantes cerca de Saldaña, en Palencia. Allí empezó realmente nuestra aventura profesional y personal.
¿Cómo lleváis el hecho de ser pareja y socios a la vez?
Muy bien, la verdad. Llevamos más de 20 años juntos y, como todo, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja principal es que entre los dos sacamos adelante el trabajo y cuando uno no puede, el otro está ahí para cubrirle. El inconveniente es que, cuando nos vamos los dos de vacaciones, la farmacia se queda un poco coja y hay que buscar sustituto o cerrar unos días.
En casa intentamos desconectar, pero al final tener un negocio propio hace que siempre esté presente. Es inevitable hablar de la farmacia, pero lo llevamos con naturalidad y lo disfrutamos.

¿Qué destacaríais de vuestra experiencia como parte de Digifarma?
Nuestra experiencia con Digifarma es muy positiva. Para nosotros es una gran ventaja formar parte de un grupo así. Más allá de lo profesional, se crean vínculos personales, incluso amistades, y eso siempre suma.
Lo que más valoramos es el cooperativismo que existe dentro del grupo: todos nos ayudamos, compartimos experiencias y crecemos juntos. Entramos prácticamente al principio y hemos visto cómo Digifarma ha crecido y se ha consolidado. Nos facilita mucho el trabajo del día a día y nos ayuda a mejorar tanto dentro como fuera de la farmacia.
Desde vuestra visión en Valladolid, ¿cómo veis la situación actual del sector farmacéutico y los retos del futuro?
Vemos el sector fuerte y estable, pero también en constante cambio. La era digital ha transformado la manera en la que se comporta el cliente-paciente, y debemos adaptarnos a ese nuevo perfil. Ya lo estamos haciendo con herramientas como la receta electrónica o incluso la venta online. Pero lo más importante es mantener nuestra labor asistencial, que es la esencia de la farmacia. Tratar bien al paciente, asesorarle y ser un punto de referencia.
Ahí Digifarma también juega un papel clave, porque nos ayuda a adaptarnos a los nuevos tiempos sin perder nuestra identidad.
Después de tantos años de atención al público, ¿qué valoráis más de esa relación con vuestros pacientes?
La confianza. La farmacia de barrio sigue siendo un lugar de referencia, especialmente para muchas personas mayores. Los pacientes acuden no solo por un medicamento, sino también buscando consejo o simplemente porque necesitan alguien que les escuche.
A lo largo de los años terminas conociendo a las familias, a los hijos, a los padres… y esa relación cercana es muy bonita. A veces incluso vienen a consultarte cosas que no tienen nada que ver con la salud, porque confían en ti. Esa es la parte más humana y gratificante de nuestro trabajo.
¿Cómo os imagináis la evolución de vuestra farmacia en los próximos años?
Nos imaginamos un futuro bueno. Creemos que vamos por el buen camino, trabajamos con ilusión y seguimos adaptándonos a los tiempos. La digitalización irá llegando poco a poco, y ahí Digifarma será un aliado fundamental.
Cada vez es más necesario ese espíritu de grupo, compartir problemas y experiencias con compañeros y crecer juntos. Estamos convencidos de que el futuro será positivo si seguimos apostando por la colaboración y la profesionalidad.


